Un 62% de los chilenos considera que el país puede desarrollarse exportando materias primas y un 67% cree que estas industrias deben ser priorizadas en las políticas públicas. Así lo revela el Estudio Valor Productivo 2025, elaborado por Gestión Social, Criteria y la Universidad Adolfo Ibáñez, a partir de una encuesta representativa nacional con 2.094 casos.
El informe muestra una amplia aceptación del modelo primario exportador, con percepciones positivas sobre su capacidad para generar crecimiento, empleo y beneficios para las comunidades. Un 83% cree que es posible producir materias primas mejorando la vida de las comunidades y un 82% opina que se puede hacer protegiendo el medioambiente.
“La ciudadanía no ve incompatible el desarrollo exportador con el cuidado ambiental y social; por el contrario, lo entiende como una vía posible para que Chile avance hacia el desarrollo. Sin embargo, distingue entre el modelo en abstracto y la evaluación concreta de cada industria”, señala Elisa Giesen, socia de Gestión Social y responsable del Estudio.
En cuanto a esto último, aunque la minería del cobre lidera en percepción de aporte a las economías regionales, solo un 69% le otorga notas 6 o 7. En gestión ambiental, ninguna industria supera el 50% de aprobación; la fruticultura encabeza con un 49%.
El estudio también identifica a los grupos más críticos del modelo: hombres, jóvenes, universitarios y personas de izquierda. Este grupo representa un 9% del total, pero sube a 17% entre quienes no priorizan el crecimiento económico.
A nivel regional, la percepción del aporte económico difiere de la visión nacional y está influida por la cercanía biográfica con la actividad. En la minería del cobre y del litio se valora más el impacto nacional que regional, mientras que en la industria forestal y la salmonicultura ocurre lo contrario.
Estas diferencias responden a una lógica territorial propia. Entender esta dimensión es clave, ya que el desarrollo regional fortalece la confianza, especialmente entre quienes tienen vínculos personales, laborales o familiares con estas industrias. De hecho, el nivel de confianza aumenta sistemáticamente en todos los sectores analizados entre quienes están biográficamente vinculados con ellos.
Consultados por países de referencia para el desarrollo, China (15,6%), Estados Unidos (13,7%), Japón (7,1%) y Alemania (6,9%) lideran las menciones, pese a que sus modelos productivos son distintos al chileno. Estas respuestas reflejan aspiraciones ligadas al consumo y crecimiento económico, pero también alertan sobre la necesidad de avanzar hacia modelos que equilibren progreso con cohesión social y sostenibilidad ambiental.
“En la medida que los chilenos sigamos pensando que nuestro horizonte de desarrollo tiene que ver con países manufactureros como China, como Japón, como Alemania, vamos a estar permanentemente disociados de aquel potencial y de aquél camino de desarrollo más probable para nosotros o con más beneficios posibles. Los dirigentes gremiales deberían vender mucho más Australia, Nueza Zelanda, Canadá y Noruega, es decir, deberían mostrar cómo es posible que en países en donde la valoración de la naturaleza es muy alta operan economías de producción y exportación de materias primas muy relevante”, dice Matías Chaparro, director de Asuntos Públicos de Criteria.
El informe concluye que, para fortalecer la legitimidad del modelo exportador, las industrias deben mejorar su desempeño ambiental y comunitario, especialmente a nivel regional, donde se juega buena parte de su licencia social para operar.
En este contexto, avanzar hacia una identidad país en torno a la producción de cobre, litio, fruta, forestal y salmones es clave. Un relato compartido y una hoja de ruta de largo plazo permiten alinear expectativas, construir confianza y proyectar un desarrollo competitivo, sostenible y legítimo.
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